El Dinero No Compra La Felicidad

Todos hemos escuchado la frase que dice que el dinero no puede comprar la felicidad y también hemos escuchado que es mejor llorar en un Ferrari que en un autobús. Pero, ¿Cuál es la verdad del dinero? ¿Puede el dinero comprar la felicidad? Todo depende de lo que consideremos que es realmente la felicidad. Es un término un poco vago y subjetivo, las personas encuentran la felicidad en cosas distintas, bien sea una vida estable y segura o simplemente el tener las mejores cosas.

Algunos psicólogos definen la felicidad como un sentimiento positivo que las personas sienten cuando todas sus necesidades están satisfechas. Estas necesidades van desde las más básicas como alimento y refugio, hasta las necesidades sociales y personales de las personas como tener amigos o sentirse como una parte importante de la comunidad en la que vive. También incluye la necesidad de superación y realización personal que se logra a través de los logros.

Comencemos por considerar las cosas que sabemos que el dinero puede comprar y cómo éstas nos hacen felices. El dinero puede comprar comida, puede poner un techo sobre nuestras cabezas, puede pagar por los servicios básicos que necesitamos para vivir como agua, electricidad e incluso el entretenimiento necesario para aliviar tensiones. Sin dinero nos sería imposible conseguir estas cosas que son indispensables para nuestras vidas ya que todas tienen un precio.

“Algunos psicólogos definen la felicidad como un sentimiento positivo que las personas sienten cuando todas sus necesidades están satisfechas”

El dinero puede pagar por la seguridad y la educación de nuestros hijos, para que el día de mañana ellos puedan crecer y convertirse en personas capaces de tener sus propios ingresos y satisfacer sus propias necesidades. El dinero puede comprar la medicina para cuando estamos enfermos y el tratamiento para cualquier mal que pueda afligirnos. Puede pagar por la calefacción y el abrigo que necesitamos durante el invierno y la ropa que usamos en general. En ese sentido el dinero ya está comprando parte de nuestra felicidad. Así que podemos decir que el dinero puede comprar cosas que nos hacen felices, pero también puede comprar cosas que realmente no nos harán más felices.

Vivimos en una sociedad que gira alrededor del materialismo y el consumismo. Estamos bajo un constante bombardeo de publicidades y anuncios que nos incitan a comprar más y más y a tener siempre las mejores cosas. Estamos convencidos de que es necesario tener el último teléfono inteligente en el mercado, la ropa de las marcas más famosas, el mejor automóvil y toda clase de cosas que realmente no nos hacen falta.

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Nos esforzamos en conseguir dinero para comprar estas cosas, porque nos han dicho que sin ellas sería imposible ser realmente felices y sentirnos bien con nosotros mismos. La industria en la que vivimos está constantemente renovando cada nuevo aparato y dispositivo de manera constante y nos sentimos en cierta forma obligados a comprarlos. Muchas personas gastan una parte importante de sus ingresos mensuales en esto creyendo que los hará felices. Pero, ¿por qué? Existen dos razones principales.

Para ser populares. Los chicos de moda siempre tienen las mejores cosas. Puede que le suene como algo infantil o inmaduro pero muchas personas nunca superan este tipo de creencias. Es algo tan simple como en la escuela, si somos populares las personas querrán estar con nosotros y ser nuestros amigos; así que buscamos impresionar a los que nos rodean con las cosas que compramos. Pero si hay algo que el dinero definitivamente no puede comprar es una amistad. Puede que compre el interés de las personas pero una verdadera amistad no se paga con efectivo o tarjeta de crédito, se paga con las experiencias que se viven juntos haya o no dinero involucrado.

Para ser exitosos. O por lo menos alardear de su éxito. Es un error común pensar que las personas exitosas siempre son ricas y pueden costearse cualquier cosa que deseen y tienen el último modelo de todo. Muchas personas creen que el éxito se mide en la cantidad de posesiones que se tiene o en el poder adquisitivo cuando en realidad la manera de medir el éxito de una persona no gira en torno a su dinero sino al sentimiento de realización por haber logrado algo en sus vidas o haber causado un impacto positivo en la vida de los demás.

Así que es posible que ya sea hora de que cambiemos este tipo de actitudes y creencias sobre la vida. Hay que entender como sociedad que las cosas materiales como teléfonos inteligentes, ropa de marca y el mejor automóvil no nos hacen realmente felices. Ciertamente pueden hacernos felices por un tiempo, pero es un sentimiento que no dura. Cuando compramos un televisor nuevo nos sentimos como un niño en Navidad, pero al pasar unos días ese sentimiento de alegría desaparece porque ya nos acostumbramos a nuestra nueva adquisición y nos quedamos con un sentimiento de vacío que solo puede ser llenado al comprar algo más. Es todo un círculo vicioso.

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Pero la verdadera felicidad, la que realmente dura es la que viene de nosotros mismos. Es ese sentimiento que tenemos cuando estamos con nuestros seres queridos, nuestros amigos y nuestra familia, el sentimiento de haber logrado hacer algo bueno con nuestras vidas. Debemos dejar de definirnos como personas basándonos únicamente en las cosas que tenemos y enfocarnos más en quiénes somos como individuos. Hay que dejar de darle importancia a lo que piensen los demás de nosotros y extender este sentimiento hacia ellos. Necesitamos tomar las riendas de nuestra felicidad y darle mérito a las cosas que realmente lo merecen.

Así que, ¿puede el dinero realmente comprar la felicidad? Sí y no. El dinero puede comprar cosas indispensables para vivir y satisfacer nuestras necesidades como seres humanos. El dinero puede darnos comida y una casa, pero no puede darnos un hogar. El dinero nunca podrá comprar una verdadera amistad, el calor de la familia ni la satisfacción que sentimos por nuestros logros.